No sabe cómo llamar la atención, paga a influencers y traiciona a los amigos que le dieron estatus
El diputado nacional Emiliano Estrada ha vuelto a aparecer en algunos medios locales, esta vez atacando al gobernador Gustavo Sáenz y al intendente de la capital salteña, Emiliano Durand. No solo los criticó, sino que también cuestionó sus formas de gobernar y sembró dudas sobre el futuro de la ciudad y la provincia en los próximos dos años.
Estrada reaparece en un momento de mucha soledad política; se encuentra más aislado que nunca. Incluso, paga a mercenarios de redes sociales para avergonzar a quienes fueron sus amigos, muchos de los cuales le dieron el estatus que tiene ahora. A tal punto ha llegado su marginación política que ni siquiera el kirchnerismo lo respalda, ya que ha dejado de lado la política y la gestión para enfocarse en generar espacios económicos propios. Mientras tanto, acusa de irregularidades a sus opositores, todo en un intento desesperado de ser reelecto como diputado provincial y, posteriormente, postularse para gobernador. Sin embargo, los salteños no son ajenos a su conexión con Walter Festa, un personaje denunciado por lavado de activos, ni al escándalo del supuesto financiamiento de su campaña de 2021 con fondos del Tesoro Nacional.
Además, su reputación se ve empañada por las acusaciones de que su esposa, Mariana Ayraudo, habría cobrado un sueldo y utilizado pasajes aéreos sin desempeñar función alguna en el congreso nacional. Es decir «noqui». Estrada, en lugar de enfocarse en gestionar y trabajar para los salteños, se dedica a despotricar contra los demás, intentando captar atención con denuncias y ataques. Lo más grave es que sus propios problemas legales, relacionados con lavado de dinero, según las denuncias, y otras conductas cuestionables lo colocan como un claro exponente del modelo de corrupción que no debería prevalecer en la política argentina. Estrada, lejos de ser un salvador, se ha convertido en el reflejo de aquello que más critica.